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María de la Paz

De vuelta

 

Si señores, aquí estoy, de vuelta. Después de casi 8 meses decidí volver a escribir. No porque mis miles y miles de fans me lo pidieran a diario, sino por envidia. Explico. Cada tanto me encuentro con montones de blogs y me da “envidia de la buena”, porque así como yo disfruto leyendo -a veces hasta me río- sé que la mayoría de esos blogueros disfrutan escribiendo, y bueno, ya era hora de que yo disfrutara de nuevo de las mieles de escribir.

 

Mucha agua ha corrido debajo del puente en éstos 8 meses. Navidad fuera de mi casa, sin mi familia. Digo, sin mi familia de sangre y aclaro para que mi adorado esposo no se confunda. Año Nuevo en Barcelona con mi familia política (¡¡gracias Ana!!) pero sin llorar ¡sin llorar un 31 de Diciembre!... Y cómo llorar si no hubo himno nacional, ni cuenta regresiva. Ninguna tía lloró mientras bailaba sola con un pito colgado al cuello, no recordé con ningún brindis a los que ya no están conmigo y no bailé ni canté “Año viejo”.

 

Invierno completo en Europa, lejos de mi amado trópico. Pero soporté con estoicismo y no me quejé. De hecho, no dejé de usar la cicla para ir y venir del trabajo, aún con nieve. La primavera llegó despacio, como si no se decidiera a llegar de una vez por todas. Es la estación más popular pero la que menos me gusta... uno no sabe qué clima puede haber al día siguiente entre 8 y 18C (pero siempre es menos de lo que espero), llueve y el viento no es muy conveniente para ir en cicla. Y ahora el verano. El clima en Holanda no es del todo malo, y viendo el lado positivo, las estaciones requieren de mucha más ropa, linda excusa para no sentirse mal al ir de compras.

 

El clima puede parecer importante pero lo que más llena mi espacio aquí es el idioma. Todo gira alrededor del holandés. Y como se ha convertido en cierto tipo de omnipresencia, que no se deja de sentir ni por un minuto, ni más faltaba que ahora también escriba sobre él.

 

Y para no hablar del idioma prefiero contar la que ha resultado ser una buena entretención en este semestre. No sé exactamente cómo empezó todo, ni de quién fue la idea, pero un día de Abril decidí salir a trotar. Y al mejor estilo Forrest Gump me puse los tenis y empecé a correr. Claro, los tenis viejos. Hasta los amigos que más me aprecian me recomendaron no comprar zapatos para correr, dado mi historial deportivo. Lo más seguro era que después de dos semanas (y tal vez alguna lesión auto-inducida) dejara mi brillante carrera como corredora. Y los tenis nuevos intactos.

 

El primer día la adrenalina del ejercicio no pudo contra el peso de los 30 años de mi cuerpo (y la falta de ejercicio durante los últimos 20) y caí rendida después de un poco más de 3 kilómetros. Al día siguiente pensé que iba a tener que llamar a la oficina a reportarme enferma. Pero no. Con paso lento pero seguro pude ir a trabajar y me sentí bien durante el día. Después de 3 o 4 veces subí a 4km y me animé a contarle a alguien. Dicen que eso ayuda para no decaer en el intento. Aquí un dato cultural. Consultadas 3 personas de la oficina, las respuestas sobre sus hábitos de ejercicio fueron:

  • Colega No. 1: Si, yo también corro, lo he hecho durante los últimos 32 años, tenía tu edad cuando empecé. Hago 5km en algo menos de media hora, 3 veces por semana.
  • Colega No. 2: Empecé a correr hace años cuando vivía en Francia para aliviar la tensión de tener que aprender francés para trabajar (ojo a la coincidencia), hago 15km, 2 veces por semana.
  • Colega No. 3: No, lo mío no es correr. Prefiero la cicla, cada domingo hago 150km en las montañas del sur de Holanda.

 

Así que ésta no era gente a la que yo le pudiera decir algo como: “wow, ayer hice 4km, me siento de maravilla”. Así que dejé de alardear de mis logros deportivos y mejor, seguí corriendo.

 

Semanas después subí a 5km, 2 a 3 veces por semana. Aunque antes de cada jornada lo detesto y trato de sacar cualquier excusa sin sentido para no ir. Que me duelen los tobillos, que hoy ha sido un día muy pesado. Que me pierdo el clásico Camerún-Dinamarca. Pero después de un tiempo empecé a ver los resultados. Cuando se convierte en un hábito, la manera de correr es diferente. La sensación es otra. Cada vez es un nuevo reto.

 

Aquí debo aclarar que antes de salir a correr por primera vez, siempre que veía corredores en las calles pensaba “bueno, pero ésta gente está loca, serán profesionales o estarán entrenando para una maratón”. Ahora que corro con regularidad, veo siempre a la misma gente, noto que no son profesionales y entiendo que correr puede ser un plan perfecto para un viernes a las 7pm.

 

En éstos días hago 6.5km y me estoy preparando para una carrera en Septiembre. Espero no llegar de última y así dejar en alto el nombre de Colombia, jejeje...

1 comentario

maria -

Está muy chévere este blog, suena todo muy sincero, me encanta oir historias de viajes y estas de Holanda están cheveritas, buen blog!